El otoño tiene muchos colores. La naturaleza nos regala un abanico de tonos marrones y amarillos, pero con ellos también llega el blanco de los kleenex.
Los resfriados del otoño, al igual que sucede con los que llegan con la primavera, son los más duraderos. Hay incluso personas que los cogen en octubre y no los apean hasta bien pasado el invierno.
¿Cuál es la solución?
A parte de los cuidados habituales y los medicamentos para prevenir y curar los resfriados, hay métodos mucho más naturales y saludables. Las fragancias.
La aromaterapia, basada en el uso de aceites esenciales vegetales, ayuda a estimular o relajar el organismo. Estos métodos ya eran habituales en el Antiguo Egipto, cuya sociedad era muy dada a usar fragancias dependiendo de la funcionalidad, atmósfera y compañía que se tuviera. No faltaba el uso de los aromas para fines terapéuticos. Los egipcios utilizaban los aceites esenciales en medicina, cosméticos, para la higiene personal y de las estancias, y para armonizar los templos.

En mi casa, hecha a la antigua, es habitual colgar de los radiadores recipientes de cerámica (un poco decorados por mi madre y por mi, para que no sean un pegote blanco en la habitación) con agua templada y unas gotas de eucalipto. Con el calor del radiador la esencia se va disolviendo poco a poco a la vez que baña todo el ambiente. Si añadimos a ésto un masaje en el pecho con una pomada de eucalipto, en dos días resfriado superado; además de dormir profundamente.
Un buen descanso acompañado del más cálido y saludable aroma.
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